El sueño nocturno acompañado entre los hijos y sus progenitores ha sido una costumbre en las sociedades no industrializadas. Para la mayoría de las madres que amamantan, esta práctica marca la diferencia entre continuar lactando a su bebé por más de un año o abandonar la lactancia prematuramente. Los antropólogos han analizado este fenómeno desde la Teoría de la Historia Vital de Borgerhoff Mulder que busca explicar las estrategias reproductivas desde una perspectiva evolutiva y ecológica. En otras palabras, las conductas que resultan útiles para la perpetuación de la especie y ofrecen las mejores garantías de éxito, se instalan como una norma que persiste en el tiempo.
Por supuesto, todo ello unido a la práctica de la Lactancia Materna como fuente única de alimentación del bebé y eje central de dicho proceso. La aparición de la industrialización masiva después de la II Guerra Mundial dio por resultado a un cambio de paradigma en las sociedades afectadas directa o indirectamente. Así se explica la proliferación del uso de fórmulas artificiales y para estimular su consumo, la creación de campañas en contra de la Lactancia Materna. Uno de los episodios de las últimas dos décadas ha sido acusar falsamente al colecho de ser la causa de la Muerte Súbita del Lactante. A ello han contribuido la mayoría de las sociedades pediátricas en todo el mundo, instando a las madres a no dormir en la misma cama con su bebé. Tal prohibición ha mermado la capacidad de las madres a mantener la lactancia más allá del periodo postnatal, peor aún si a ello va unida la precariedad de la conciliación laboral en muchos países, con el consiguiente efecto negativo sobre el bienestar de la infancia y la sociedad en general.
Con el tiempo, los estudios científicos han demostrado que la Muerte Súbita Inesperada del Lactante es un fenómeno asociado a la alimentación con fórmulas artificiales, consumo de sustancias tóxicas legales e ilegales y a la recomendación de colocar al bebé bocabajo para dormir. Los dos únicos estudios españoles basados en la población con referencia a la Marina Baja en
la Comunidad Valenciana, han mostrado que el colecho nocturno es una practica frecuente (60-70%), más significativamente entre los que amamantan y con menor frecuencia de factores de riesgo para la muerte súbita cuando reciben pecho materno. Coincidentemente, se ha informado una menor frecuencia de muerte súbita del lactante en la Comunidad Valenciana en las
dos últimas décadas. Otros países, como el Reino Unido, muestran frecuencias bajas de colecho (12%) con mayor frecuencia de muerte súbita y menor práctica de lactancia materna.
Una reflexión práctica, para quienes promocionamos la Lactancia Materna prolongada como medio para lograr familias saludables, sería el no subestimar el colecho, apoyando a las madres que deciden hacerlo con mensajes positivos e informando sobre la manera de evitar los factores de riesgo, el uso de leches industriales, consumo de tabaco, alcohol, otras sustancias aditivas, camas de superficie blanda y almohadones.
La posición bocabajo ha sido aceptada como causa de muerte súbita entre los bebés alimentados con leches industriales. Varios estudios han demostrado que las madres que amamantan no colocan al bebé bocabajo sino a su lado bocarriba dentro de su propia cama, ya sea mientras amamantan o después de hacerlo. Un resultado sorprendente de nuestro último estudio ha sido que las
madres que compartieron el lecho con el bebé percibieron un tiempo de sueño 37 minutos más prolongado que quienes no lo compartieron, coincidiendo con otros autores que utilizaron una tecnología electrónica sofisticada. Este hecho podría explicar en parte la aceptación de la aparente incomodidad de dormir al lado de un bebé, por la recompensa que ello supone derivada del estrecho contacto. Más aún si aceptamos, como efectivamente se ha demostrado, que dicho contacto produce aumento de la secreción de oxitocina en la madre y el bebé, la hormona antiestrés con efecto de sensación placentera y de confianza, que además potencia el efecto de la melatonina durante el sueño, sin tener que recurrir a monitores para la vigilancia el sueño del bebé.

2 respuestas
Todo esto es correcto pero hay de indicar que seria aun mejor tener mas contacto de piel con la piel, desabrochar el apañalero y no utilizar mameluco, seria mas formidable el sueño, el crecimiento y mas apego con el colecho
El colecho es una práctica culturalmente asociada a la supervivencia de la descendencia. Dependiendo del entorno familiar en el que se desenvuelva el binomio madre-hijo los arreglos a la hora de dormir serán de una forma un otra. Es cierto que el contacto íntimo (piel con piel) es decisivo para el éxito y supervivencia de la lactancia, más intensamente durante las primeras 4-6 semanas posparto. A partir de ahí, la pareja encontrará la mejor forma de acomodar esa relación. Dicho esto, nuestro papel como favorecedores de este proceso será hacer sugerencias sin carácter impositivo, teniendo en cuenta que el colecho llevará al apego estrecho entre la madre y el niño. Esta influencia es bidireccional, con efecto tanto en el niño como la madre. Conviene sin embargo aconsejar a las familias para evitar las prácticas de riesgo como son el uso de leches artificiales, tabaquismo, alcohol y otras sustancias adictivas, superficies blandas, almohadones y evitar situaciones en las que la bebé pueda quedar atrapado